De cara a la próxima beatificación de D. Cayetano Giménez Martín y compañeros mártires, que tendrá lugar en la S.I. Catedral el próximo 26 de febrero, entrevistamos al vicepostulador de la causa de beatificación, D. Santiago Hoces. Este nos cuenta qué une a estos 16 futuros beatos granadinos y por qué es importante su beatificación para la diócesis de Granada.
-¿Quiénes son estos 16 mártires?
Este número de mártires es reducido comparado con el número de mártires que tiene Granada. Nuestra diócesis tiene mártires que, cuando padecieron la inmolación, no se encontraban en Granada sino en territorio almeriense, como por ejemplo el obispo de Guadix y el de Almería, que habían sido ambos canónigos del Sacromonte. Varios de estos mártires ya fueron beatificados hace cinco años en Aguadulce.
Del total de los 65 mártires del s. XX con los que cuenta la diócesis de Granada, este grupo de 16 mártires nacieron aquí, se formaron aquí y murieron también en la diócesis.
-¿En qué consistirá la ceremonia de beatificación?
En la ceremonia está presente el postulador de la causa de beatificación, el obispo de la diócesis y el cardenal delegado por el Papa. Se hace una procesión con las reliquias de los mártires junto a la Misa de acción de gracias por todos ellos. En ella se lee, primero en latín y luego en español, el decreto de beatificación aprobado por el Santo Padre.
-¿Por qué es importante para las diócesis mantener vivo el recuerdo de sus mártires?
El Cielo es el conjunto de bienes sin mezcla de mal alguno. Son los mártires los que nos hacen un bien a nosotros beatificándolos, entonces esta ceremonia es por nuestro bien. “La sangre de los mártires es semilla de cristianos”, que diría Tertuliano, pero ¡para que sean semilla tenemos que conocerlos! Nadie quiere lo que no se conoce y esta ceremonia nos ayudará a que todos podamos contemplar su vida. A mí me hizo mucho bien como seminarista el saber del testimonio de los mártires.
Una vez repartidas las reliquias, dependerá de cada párroco el que estos mártires puedan darse a conocer, exponiéndolas y explicarlo.
-¿Qué nos enseñan los mártires de Granada?
Nos enseñan a demostrar el amor por Jesucristo, hasta el punto que lo que más se estima, que es la vida, ellos la pierden porque aman mucho al Señor. Es el amor de Dios el que les mueve. Obedecían al Señor, que nos dijo que tenemos que perdonar, y ellos perdonaron.
Muchos de estos mártires murieron con el grito “¡Viva Cristo rey!”, y eso lo aprendieron de los mártires de México, con las persecuciones contra los cristeros desde 1925 y cuya festividad había instituido la Iglesia en ese mismo año.
-¿Cómo puede ser que el único sacerdote secular canonizado en España era San Juan de Ávila hasta ahora? ¿Por qué se ha tardado tanto en darle importancia a la beatificación de sacerdotes diocesanos?
Sí, es verdad que sacerdotes seculares hay pocos. Hasta hace pocos años se llevaban adelante principalmente las causas de beatificación de obispos, religiosos o fundadores de diversas órdenes religiosas.
El Papa Papa San Juan Pablo II, tras haber beatificado a tantos cristianos, dejó escrito en su libro “Tertio Millennio Adveniente”, que las iglesias locales no se olvidaran de sus mártires, porque los religiosos sí se habían preocupado, pero las Iglesias particulares lo habían tenido un poco olvidado. San Juan Pablo II tuvo tanta insistencia porque supo lo que era padecer el martirio, habiéndolo sufrido en carne propia con la persecución de los nazis y de los comunistas. Al tenerlo tan dentro de su corazón, no quería que se perdiese esa memoria.
En esta carta apostólica asegura que, en los primeros siglos, hubo derramamiento de sangre y uno de los motivos de que el cristianismo progresara tanto en los primeros siglos fue la entrega de estos mártires.
-¿Existen más mártires del s. XX en nuestra diócesis?
Podrían introducirse algunos más. Está el caso de los mártires de Alhama. Además de los cinco que van a ser beatificados conozco el caso del padre del sacerdote coadjutor, que murió asesinado junto con su hijo. También sucedió lo mismo con el que era presidente de la Hermandad de la Virgen de las Angustias.
En Alhama investigué además el caso de un maestro que, cuando mandaron que se quitaran los crucifijos de las escuelas, él no lo quitó y vino el inspector, diciéndole que quitara el crucifijo. Lo destituyeron y lo mataron. Como este, hay otros casos.
Ignacio Álvarez