Josefina Rescalvo es sobrina del Siervo de Dios José Rescalvo Ruíz, martirizado cuando ella tenía un año de edad. En su familia el recuerdo de su bondad y cercanía permanece, se lo transmitieron sus tías Lola y Celia, hermanas del mártir, que presenciaron su asesinato la noche del 29 de septiembre de 1939 en el cortijo familiar en Lobras.

“Esperar a sus hermanas en el cielo”, ese era el deseo del Siervo de Dios José Rescalvo según su sobrina Josefina. Cuando echa la vista atrás y recuerda lo que de niña y en su juventud le contaban de su tío le viene un recuerdo lleno de amor: “Era muy buena persona, bondadoso y alegre, le gustaba mucho la música”, afirma cuando se le pregunta por las cualidades más destacadas del futuro beato.

También Josefina recuerda el cortijo familiar en Lobras donde sus tías Lola y Celia habían colocado una cerca en el lugar donde fue martirizado.

“Tengo mucha ilusión de poder asistir a la beatificación, de hecho a partir de ahora creo que empezaré a rezar y a encomendarme más a mi tío, no todos los días se tiene a un mártir y futuro beato en la familia”, asegura Josefina con una sonrisa.

D. José Rescalvo Ruiz, mártir de Cádiar en la Causa de Beatificación nació sin embargo en Juviles, en 1880. Estudió en el Seminario San Cecilio, residiendo en el Colegio de San Fernando y fue ordenado sacerdote el 22 de septiembre de 1906. Después de servir en diferentes destinos pastorales de la Alpujarra granadina fue detenido el 12 de septiembre. Tuvo que pagar una multa, un dinero que sus hermanas consiguieron recaudar pidiendo ayuda a los vecinos del pueblo que colaboraron con todo lo que pudieron. Una vez puesto en libertad, los tres hermanos fueron al cortijo de Lobras donde la noche del 29 de septiembre dos hombres llamaron a la puerta, el desenlace ya forma parte de la historia común que conforman los numerosos mártires de la Iglesia.

FIRME EN LA FE AÚN EN LA AGONÍA

También para Isabel Martín, vecina de Lobras, lo que sucedió aquella noche permaneció vivo años después en la vida de Lola y Celia, hermanas del mártir en cuya casa trabajó durante su juventud y con las que pudo compartir sobre esta experiencia.

“La noche que fueron a buscar a D. José y llamaron a la puerta Celia, la hermana menor es la que abrió la puerta, algo que luego nunca pudo olvidar. Como D. José tenía reuma no podía caminar y lo arrastraron hasta fuera. A ambas hermanas las encerraron en su habitación y fuera, debajo de su ventana, es donde su hermano recibió el martirio. Recibió dos tiros después de fumarse un cigarro sus verdugos”, recuerda Isabel tal y como le relataron.

Esta vecina de Lobras también guarda un cariñoso recuerdo de las hermanas del mártir que eran mujeres “muy católicas, generosas y caritativas”, permanecieron ambas solteras. “Para Lola, la hermana mayor, D. José era un mártir desde el día en que murió. Su única preocupación era que en el momento de su martirio, en la agonía de la muerte y del dolor, no hubiera flaqueado en su fe firme”, asegura.

También para Isabel, a sus 82 años, la beatificación de D. José Rescalvo es “una gracia muy grande para Lobras , un pueblo con cada vez menos habitantes y como creyente para mi fe”, asegura.

María José Aguilar