Con júbilo, la Iglesia diocesana en Granada daba gracias a Dios por la beatificación de 16 mártires granadinos de la persecución religiosa en España en el siglo XX.
“La meta de nuestra acción de gracias es siempre Nuestro Señor Jesucristo, que es lo que hace que podamos dar gracias por todo lo demás. (…) Por estos 16 nuevos beatos reconocidos por la Iglesia, para que en Granada y en las parroquias, y en toda nuestra Iglesia podamos pedir su intercesión, orar, dirigirle nuestras súplicas y acogernos a su protección y a Su Gracia”.
Nuestro arzobispo iniciaba así sus palabras en su homilía con motivo de esta Eucaristía que, de forma concreta, fue dedicada a dar gracias a Dios por la beatificación de los 16 mártires granadinos, celebrada en la Catedral el 27 de febrero, al día siguiente de la ceremonia presidida por el Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, Mons. Marcello Semeraro.
MARTIRIO
Mons. Martínez habló del martirio, recordando que significa “testimonio”. En este sentido, subrayó que el testimonio no es dar buen ejemplo, siendo una reducción de esta palabra. “Los mártires nos enseñan que el lenguaje cristiano es el testimonio, y que todo lenguaje cristiano o es testimonio o no es nada”, explicó. Una comprensión así del testimonio cristiano “nos ayudaría a recuperar nuestras catequesis, los modos de evangelización”. Y es que “la confusión entre testimonio y ejemplo nace que parece que tenemos que dar testimonio de lo buenos que somos”.
“Los mártires no son víctimas de la guerra civil; son víctimas de la persecución religiosa, la mayor parte de ellos murieron antes del comienzo de las hostilidades de la guerra. Son víctimas de un odio religioso que se incremetnó y se fomentó y se alentó en aquellos tiempos que precedieron a la guerra civil y también durante la guerra”. En este sentido, nuestro arzobispo explicó que los mártires “no murieron por la batalla ideológica que daba lugar a la guerra, sino por odio a Jesucristo, por odio a la fe, por lo que ellos han muerto”, y motivo imprescindible para ser reconocidos como Siervos de Dios en el martirio y beatificados por la Iglesia. “La mayoría de ellos murieron pidiendo perdón para sus asesinos”, lo que muestra que su asesinato no fue por una batalla ideológica.
La Eucaristía de acción de gracias, en la que presidía la gigantografía desplegada el día anterior durante la ceremonia de beatificación con el rostro de los 16 nuevos beatos, concluía, tras la bendición final, con el canto del himno compuesto para esta beatificación, que recogen las palabras del Salmo 62, lema de esta celebración: “Tu Gracia vale más que la vida”.
Paqui Pallarés